A menudo pienso en ello.

Aunque sé muy bien la respuesta.

¿Seguiría siendo posible en 2023 una historia como la de Julen Guerrero y el Athletic de Bilbao?

Una historia de lealtad, gratitud y, sobre todo, amor.

Probablemente, de hecho seguramente, mucho más de Julen hacia el Athletic que viceversa.

No, amigos míos.

El fútbol ya no es lo que era.

Dinero, fiscales, derechos televisivos, magnates de Asia y Europa del Este… niños mimados o, como dice el gran Marcelo Bielsa, “millonarios precoces”.

Julen Guerrero era un niño como muchos en Euskal Herria y como todos los que daban patadas a un balón en aquella época sólo tenía un sueño: jugar en el Athletic de Bilbao.

Bilbao es un lugar maravilloso.

Pero no pasas por Bilbao… sólo vas a Bilbao si tienes que o quieres ir allí.

Bilbao es tan “cerrado” como parecen sus habitantes a primera vista.

En realidad sólo son educados, correctos y curiosos por entender “por qué” has venido a Bilbao.

Una vez que entienden tus intenciones, te hacen sentir como el huésped más mimado de este mundo.

Cuando Julen Guerrero entró en la cantera del Athletic tenía ocho años.

Dormía con una camiseta del Athletic, y en su habitación tenía fotos del equipo liderado por Javier Clemente que ganó dos campeonatos consecutivos a principios de los ochenta.

En aquella época era imposible ver a un niño con la camiseta del Madrid o del Barça en toda Vizcaya.

Hoy ya no es así.

Ni allí, ni en Bilbao se ha salvado el fútbol de esta mierda de “globalización”.

Los aficionados zurigorri no tardaron en darse cuenta de que Julen Guerrero era especial.

Inmediatamente le apodaron “la perla de Lezama”.

Era un auténtico diamante.

Sólo que entonces, a finales de los ochenta, guardar un secreto no era tan imposible.

Ya jugaba en las selecciones nacionales de su categoría (siempre iba unos años por delante de todos… a los 16 años ya era titular en la selección española sub-19) y el Barcelona y el Real Madrid ya habían puesto sus ojos en él.

En aquella época no había fiscales/leaguistas que propagaran sus “productos” como el jabón o los tampones.

Pero la verdadera diferencia ya te la he explicado y es la más importante de todas.

Por aquel entonces, si habías nacido allí, sólo había un equipo en el que soñabas con jugar.

Y ese equipo era el Athletic Club de Bilbao.

En el verano de 1992, un técnico alemán llegó al banquillo del equipo rojiblanco.

Se llama Jupp Heynckes.

El equipo venía de unas temporadas desastrosas en las que los resultados eran malos y los entrenadores se alternaban con una frecuencia nunca vista por aquellos lares.

Heynckes empieza a entrenar.

Se le aconseja que incorpore a algunos jóvenes del equipo juvenil en la pre-temporada.

Al final de la primera sesión de entrenamiento, se dirige a uno de los entrenadores del Athletic. ‘A partir de mañana ese chiquillo de ahí viene con nosotros al primer equipo’.

Ese “chico” es Julen Guerrero.

Tiene 18 años, pero esa temporada jugará 37 de los 38 partidos de Liga, marcando 10 goles.

Antes de finalizar ese mismo campeonato Javier Clemente, el gran técnico vasco del doble triunfo en la Liga menos de 10 años antes, debuta con la selección española absoluta de la que Clemente es seleccionador.

Julen Guerrero juega de “enganche” en el ‘rombo’ de centrocampistas que quiere Heynckes.

Tiene todo lo que se le puede pedir a un futbolista.

Además de sus habilidades técnicas (chuta con ambos pies, tiene tecnica y dribbling, puede insertarse con extraordinaria sincronización, es bueno en el juego aéreo, letal en las jugadas a balón parado, etc. etc.) impresiona por la energía y el entusiasmo de su juego. En el campo está en todas partes. Cuando tiene el balón en los pies es un fenómeno, y cuando no, se deja la piel para recuperarlo.

Hay gente que va a San Mamés sólo para verlo en acción.

¡También es guapo!

En Lezama no saben cómo contener a las jovencitas enamoradas de él que llegan en tropel para no perderse ni un segundo de su ídolo.

Es un fenómeno mediático, quizá la primera verdadera “estrella rock” del fútbol español.

Sólo que Julen es un tipo con la cabeza bien puesta sobre los hombros, y desde el principio está claro que para él el fútbol es lo primero.

Tiene que devolver a “su” Athletic a lo más alto de la Liga.

En la segunda temporada de Heynckes (y Guerrero como titular) llegó un brillante quinto puesto que supuso, por fin, volver a jugar en Europa.

Guerrero contribuyó con 18 goles, un “marcador” impresionante para un centrocampista.

Ahora, sin embargo, el secreto ha dejado de serlo.

Guerrero es cortejado por toda Europa.

Jorge Valdano, directivo argentino del Real Madrid, lo quiere a toda costa.

“Sólo quiero dos jugadores: a Fernando Redondo para colocarlo delante de la defensa y a Julen Guerrero para ponerlo detrás de los delanteros. Ya tengo los otros nueve”, dijo nada más sentarse en el banquillo merengue en el verano de 1994.

Pero no es sólo él. Se habla de Milán, Barcelona, Lazio.

Todos dispuestos a pagar lo que pide el Athletic y ofrecer una montaña de dinero a Julen.

Es en este momento cuando sucede algo extraordinario, único y probablemente irrepetible.

“Quiero jugar aquí. En el Athletic y en ningún sitio más’, le dirá Julen a la directiva rojiblanca.

Poco después, Julen Guerrero firmará un nuevo contrato con el Athletic.

Contrato de 12 años.

Has leído bien.

12 temporadas ligado en cuerpo y alma a los colores del equipo de sus amores.

Estamos en 1995. Julen Guerrero tiene 21 años.

El contrato finalizará en 2007, cuando tendrá 33 años y se acercará el ocaso de su carrera.

Resulta que la cifra es más o menos la cuarta parte de lo que le habían ofrecido otros clubes.

Sólo hay una cláusula, casi insignificante en ese momento.

Su salario deberá ajustarse al más alto pagado por el club a otro jugador.

Lo menos que puedo decir.

La noticia en Bilbao es recibida con la alegría con la que se podría saludar una victoria en la Copa del Rey, el trofeo que el Athletic en su historia ha ganado 24 veces (5 más que el Real Madrid para ser exactos).

Sólo parece el principio de un largo cuento de hadas.

El Athletic volvió a los puestos de prestigio en la Liga e incluso obtuvo un sonado segundo puesto en el Campeonato de 1998, lo que permitió a los hombres de Luis Fernández, el técnico francés, disputar la temporada siguiente la Liga de Campeones.

Fueron años maravillosos para el club vasco.

Con Guerrero estaban Etxeberria y Ezquerro para apoyar al ‘tanque’ Ismael Urzaiz, en el centro del campo dos centrocampistas incombustibles como Urrutia y Alkiza y en defensa era difícil pasar ante Rafa Alkorta y Carlos García.

Entonces, en la temporada 1999-2000, algo sucede.

Hay un bajón en los resultados y el rendimiento del Athletic y Luis Fernández responsabiliza a Julen Guerrero.

Julen empieza a calentar banquillo en más de un partido.

“¿Qué pasa con Julen?” es la pregunta atónita que todo aficionado rojiblanco se hace en ese momento.

Todos estamos convencidos de que se trata de un momento puntual, que algunas lesiones (¿verdad Diego Simeone?) pueden haberle afectado en cierta medida… pero que todo volverá pronto a la normalidad.

En cambio, seguiremos haciéndonos esa pregunta durante los próximos seis años, en los que Julen irá perdiendo cada vez más protagonismo hasta convertirse en nada más que un reserva de lujo en las tres últimas temporadas, al que meter cuando las cosas den un giro a peor.

El cariño de la afición del Athletic no ha cambiado un ápice.

Basta que ‘el Rey León’ se levante del banquillo para que comience el calentamiento para que un único grito de júbilo se eleve desde las gradas.

El pueblo vasco ama a sus hijos y conoce el valor de la palabra RECONOCIMIENTO.

Nadie es capaz de entender y explicar lo que le ha ocurrido a un jugador que a los 21 años estaba probablemente entre los cinco futbolistas más fuertes de Europa y que ahora, a los 26, ya no encuentra sitio en el equipo de su club.

Se han dicho muchas cosas, probablemente demasiadas, como suele ocurrir en estos casos.

La envidia, el más difícil de confesar de los siete pecados capitales, puede ser una de las causas.

“Cuando se gana es gracias a él. Cuando pierdes siempre es culpa de otro” es una de las frases que se le escaparon a algunos de sus compañeros de equipo en aquel momento.

Personalmente, detesto los cotilleos, aunque conozco la naturaleza humana.

Prefiero sentarme delante del PC y ver a Julen en acción en diferentes periodos de su carrera para intentar entenderlo.

Y veo a un jugador que a los 21 años tenía carrera, velocidad y dinamismo, además de una técnica de primer orden.

Luego miro al Julen de las últimas temporadas. Su forma de correr es diferente. Ha perdido un metro (puede que incluso dos) de velocidad y el balón pasa de sus pies con menos frecuencia. Juega más por fuera, busca más el centro para la cabeza letal de Urzaiz. Pero la clase, la visión del juego son las mismas. Su habilidad en las jugadas a balón parado idéntica.

¿Dónde está el problema?

Imposible que no haya sitio para él en la alineación titular.

En abril de 2006 volví a Bilbao.

Fui a Lezama a ver el entrenamiento del Athletic un par de días antes de un partido de liga contra el Valencia.

En el partido del equipo reducido me impresionaron dos jugadores.

Uno de ellos era un jugador alargado y con cara de ángel que acababa de llegar al primer equipo. Se llamaba Fernando Llorente y pocas veces había visto a alguien tan alto y tan bueno técnicamente.

El otro era Julen Guerrero. Estoy más que seguro de que no falló ni un solo pase en todo el partido y de que nunca perdió el balón. Sus aperturas hacia sus compañeros eran una maravilla para la vista, sus andares siempre elegantes y su toque de balón siempre refinado.

“Tiene ojos en la nuca”, le dije a mi mujer, que me había acompañado en mi viaje a Bilbao.

Pensaba que alguien así sería muy, muy útil para un Athletic que luchaba por encontrarse a sí mismo ahora que el relevo generacional estaba en pleno apogeo con Isma Urzaiz y Joseba Etxeberria inexorablemente camino del ocaso.

Yo veía para Julen un futuro como “pivote”, ese jugador situado por delante de la defensa, para actuar como rompeolas del juego contrario y ser el primer director en la puesta en marcha de la maniobra.

Esperaba que alguien llegara al banquillo del Athletic con la misma “visión” que yo.

En cambio, Julen Guerrero desplazó a todos.

Unas semanas más tarde convocó una rueda de prensa en la que anunció su retirada del fútbol.

A la edad de 32 años.

Y le queda un año más de contrato.

Y con la mitad de los equipos de la Liga ofreciéndole la titularidad.

“Para mí dejar el Athletic es dejar el fútbol. Es el único maillot que he llevado… y es el único que siempre he querido llevar”.

Estas fueron las palabras susurradas entre las lágrimas que brotaban copiosamente de los ojos de Julen y con el silencio irreal de todos los periodistas presentes… muchos de ellos también con nudos en la garganta.

Guerrero se iba.

Para él, un papel como entrenador de un equipo juvenil antes de que un nuevo presidente con nuevas ideas y nuevos planes se decidiera en su contra.

Julen Guerrero se formó como periodista y entrenador, escribe habitualmente en varios periódicos y es el seleccionador español sub-16 desde julio de 2018.

Su hijo, Julen Jon, tiene 16 años. Es un centrocampista ofensivo, tiene un gran disparo, una excelente visión de juego y marca con gran regularidad.

A diferencia de su padre, es zurdo por naturaleza.

Ah… se me olvidaba… Julen Jon juega en la cantera del Real Madrid…

ANÉCDOTAS Y TRIVIALIDADES

Julen Guerrero debutó con la selección española el 27 de enero de 1993 en un partido amistoso contra México. Acababa de cumplir 19 años.

Javier Clemente, vasco como Julen, tuvo una fe ilimitada en la ‘perla de Lezama’ y se lo llevó consigo al Mundial de Estados Unidos 1994, alineándolo desde el primer minuto ante Corea del Sur y Bolivia.

Uno de los mejores partidos de Julen Guerrero fue el que jugó en el Camp Nou contra el Barcelona en la temporada 1993-1994, la que acabó en 5ª posición.

El Athletic ganó aquel partido por tres goles a dos y el gol decisivo lo marcó Julen Guerrero, que con un amago de cuerpo de gran calidad puso en pie al portero del Barça, Andoni Zubizarreta, antes de rematar a gol desde una posición desviada.

Al final de la temporada 1995, el Real Madrid y Jorge Valdano volvieron a llamar a la puerta del Athletic para hacerse con los servicios de Guerrero.

Los dos clubes llegaron incluso a un acuerdo económico para el traspaso de Julen a los merengues… sólo para recibir la tajante negativa de Julen Guerrero, que ni siquiera el cheque en blanco ofrecido por el presidente blanco, Ramón Mendoza, podría hacerle cambiar de opinión.

En la temporada 2004-2005 Julen Guerrero ya había perdido la titularidad en el Athletic. Se le utiliza como “revulsivo”, es decir, el jugador que se pone en el campo en situaciones desesperadas para intentar cambiar el rumbo de un partido.

Es el 22 de enero de 2005.

Athletic Bilbao – Osasuna se juega en San Mamés.

Es uno de los muchos derbis entre equipos de las provincias vascas que La Liga ofrece cada temporada.

Tras casi una hora de juego, Osasuna gana por tres goles a cero.

Dos goles del talentoso lateral izquierdo Fran Yeste reabrieron el partido para el Athletic, pero cuando faltaban menos de diez minutos para el final los navarros de Osasuna seguían ganando por un gol.

Es el minuto 81 cuando Ernesto Valverde decide alinear a Julen Guerrero.

Como en cada ocasión (hay que reconocer que cada vez menos) en la que se lanza al ruedo, el San Mamés le tributa una ovación y en la ‘Catedral’ resuena un único grito: ‘JULEN, JULEN’.

Cuando en el minuto 83 Tiko vuelve a empatar para el Athletic, la sensación de que lo mejor está por llegar se palpa en todo San Mamés.

“A POR ELLOS” gritan los 35.000 en la “Catedral” del fútbol.

Faltaban menos de dos minutos para el final cuando Joseba Etxeberria intentó penetrar por la banda derecha. Cuando es doblado por la defensa de Osasuna, lo único que puede hacer es ‘descargar’ para el lateral derecho del Athletic, Andoni Iraola.

Su primer cruce está “recortado” hacia el primer poste.

Momento de espera por parte de la defensa navarra, que defiende principalmente el segundo palo, donde el joven Fernando Llorente ya ha demostrado en varias ocasiones sus grandes dotes en el juego aéreo.

En el primer puesto, en cambio, se aventura Julen Guerrero.

El balón está medio despejado.

Julen coordina y toca delicadamente el balón con el interior del pie derecho.

El balón va hacia el poste contrario y acaba en el fondo de la red.

Es una de las remontadas más sensacionales de la historia no sólo del Athletic, sino de la Liga.

El gol decisivo lo marcó él, “el Rey León”, que llevaba menos de diez minutos sobre el terreno de juego.

Sería el último gran triplete de Guerrero

Menos de dos meses después, el 22 de marzo, Julen Guerrero marcó su último gol con la camiseta del Athletic con un espléndido lanzamiento de tiro libre.

116 goles en 430 partidos con los colores ‘zurigorri’ (rojiblancos) del Athletic son muchos.

Pero desde luego no lo suficiente para entender lo que ha sido Julen Guerrero para el Athletic Club de Bilbao.

Mucho más fácil de entender el 5 de junio de 2013 donde, ante los ojos de un atónito y emocionado Marcelo Bielsa, nuevo entrenador del Athletic, se celebró la despedida en el viejo estadio de ‘San Mamés’.

Ese día todos volvieron a ponerse las camisetas, los pantalones cortos y los zapatos.

Dani, Iribar, Andrinua… y muchos otros jugadores del pasado más o menos reciente del Athletic.

Pero hubo uno por el que San Mamés ‘rugió’ como en sus mejores momentos… el ‘hijo’ que nunca quiso dejar el Athletic.