#1 Juninho Pernambucano: 77

#2 Pelé: 70

#3 Ronaldinho: 66

#3 Victor Legrotaglie: 66

#5 David Beckham: 65

#6 Diego Armando Maradona: 62

#6 Zico: 62

#8 Ronald Koeman: 60

#9 Rogerio Ceni: 59

#10 Marcelinho Carioca: 57

#10 Cristiano Ronaldo: 57

Esta es la clasificación, actualizada hasta septiembre de 2020 (fuente artículo sisal de Leonardo Mazzeo) de los futbolistas que han marcado más goles de tiro libre en la historia del fútbol desde la posguerra.

Todos los nombres más o menos conocidos por el público en general.

Todos menos uno. Que no está en el escalafón pero sí en el podio, detrás de Juninho Pernambucano y Pelé y empatado con Ronaldinho.

Su nombre es VICTOR LEGROTAGLIE.

Esta es su (fantástica) historia.

Estamos en el país del fútbol.

No, no es donde nació el fútbol.

Estamos donde el fútbol es exactamente lo que el gran Bill Shankly solía decir.

“El fútbol no es una cuestión de vida o muerte. El fútbol es mucho más importante”.

Este país se llama Argentina.

No es casualidad que cuando se trata de los 5-6 mejores futbolistas de la historia del juego (sí, juego… no deporte … porque el deporte es para los atletas, el juego es para los artistas) al menos tres de ellos hayan nacido en este país.

Alfredo Di Stefano, Diego Maradona y Lionel Messi.

Pues bien, en este país ocurre que un día, más o menos a mediados de los años 60, llegan emisarios del gran Real Madrid, el equipo más importante y ganador del continente europeo.

Están esperando el final del entrenamiento y, cuando los jugadores salen del vestuario, se dirigen hacia ese chico moreno, de cuya zurda mágica han oído hablar maravillas incluso en la lejana Europa.

Uno de ellos se acerca a él.

“Víctor, las cartas están todas en orden. Tenemos el acuerdo con su club. Nos complace decirte que desde este momento eres un futbolista del Real Madrid. Ah, se me olvidaba, esto es un regalo que le envía directamente Don Santiago Bernabéu, el Presidente del Real Madrid”.

Es un reloj de oro.

Víctor, al que todo el mundo, aficionados, directivos y compañeros de equipo, llaman “El Maestro”, mira al entrenador del Real Madrid directamente a los ojos, sonríe y le dice “Muchas gracias”. Pero estoy bien aquí. Mendoza es mi casa y este es el único club en el que me interesa jugar” .

Los directivos del gran club español están literalmente atónitos.

El silencio se rompe sólo unos segundos después, de nuevo por el “Maestro”.

“De todos modos, agradezca a su Presidente por el reloj. Es realmente muy bonito”.

Los directivos del Inter de Milán, Colo Colo, Santos, Peñarol… obviamente también los de Boca Juniors y River Plate vinieron a buscarlo. A principios de los años 70, incluso el Cosmos de Pelé, Beckenbauer y Chinaglia intentaría incorporar a “El Maestro” a sus filas.

Pero la respuesta siempre será la misma.

El nombre del Maestro es VICTOR ANTONIO LEGROTAGLIE y el equipo donde jugará casi toda su carrera se llama GIMNASIA Y ESGRIMA de MENDOZA.

La historia de Victor Legrotaglie es la, no tan infrecuente por aquellos lares, de un talento sublime, de un auténtico genio del fútbol que prefirió no uno, sino tres o cuatro niveles inferiores a la fama, las maletas llenas de dinero (el Cosmos se presentó con maletas llenas de dólares para ficharle) y el reconocimiento internacional, donde cuenta mucho más estar en su propio entorno, rodeado de amigos y familia y el calor humano que ello conlleva.

Muchos conocen ya la historia del “Trinche” Tomás Felipe Carlovich, que tiene ya visos de leyenda dado que prácticamente no hay reflejos filmados de su talento, sino que, en la más clásica tradición de los relatos orales transmitidos de boca en boca, de generación en generación, de aficionado en aficionado, nos habla de Carlovich como uno de los más grandes futbolistas de la historia del fútbol argentino.

Sin embargo, con Victor Legrotaglie tenemos mucha más certeza.

En primer lugar, una estadística reconocida mundialmente y que por sí misma dice mucho de este fenómeno que ha elegido la provincia (y las ligas menores) como escenario.

Es el que has visto al principio de la pieza.

Pero para los amantes de las estadísticas, ¡este no es el final de la historia!

El bueno de Victor Legrotaglie tiene otro récord y aquí parece que no hay comparación con nadie más en la historia del fútbol.

¡12 goles marcados directamente en los córners!

En Mendoza, su ciudad, llevan años luchando por el reconocimiento oficial de este impresionante récord.

Pero, ¿quién es realmente VICTOR LEGROTAGLIE y por qué optó por una opción tan extrema y, sobre todo para nosotros hoy, tan loca y anacrónica?

Víctor Legrotaglie nació en Las Heras, un pueblo al norte de Mendoza, el 29 de mayo de 1937.

Sus hazañas futbolísticas de joven atrajeron la atención de todos los observadores de la zona.

Todos en su familia, excepto su madre, son hinchas de Independiente Rivadavia, el acérrimo rival de Gimnasia.

Y es en Independiente donde Víctor va a probarse como chico.

A la dirección le gusta, aunque es piel y huesos ya tiene una zurda impresionante.

“Bien, chico. Puedes quedarte con nosotros. Empezarás con las reservas”.

No, demasiado poco para Víctor.

No es un exaltado, ni es arrogante y engreído… sólo que cree que merece más.

Sólo queda ir “por el otro lado”, a Gimnasia.

No tiene ganas de pasar por la audición habitual.

Así que un día pide prestada su bolsa de fútbol a un amigo mayor que juega en Gimnasia.

Sólo tiene 16 años, pero tiene las ideas muy claras en su cabeza.

Hay un torneo de verano (el Torneo Vendimia, estamos en 1953) y Víctor se presenta en el vestuario antes del partido.

El entrenador, Alfredo ‘El Mona’ García, lo conoce bien y sabe el talento que tiene el chico.

Hace como si no hubiera pasado nada y lo sienta en el banquillo.

A mitad del segundo tiempo, uno de los delanteros de Gimnasia se lesiona.

‘El Mona’ le pregunta al ‘pibe’ Víctor si se siente con ganas de salir al campo.

La sonrisa dentada del joven Legrotaglie despeja todas las dudas.

Entra y marca dos goles.

En su 17º año firmó su primer contrato profesional con Gimnasia Y Esgrima de Mendoza.

… sin haber jugado un solo partido en ningún sector juvenil … directamente al primer equipo.

En Gimnasia, Víctor permaneció seis temporadas antes de pasar en 1959 a Chacarita Juniors, con el que ganó inmediatamente el título de campeón nacional de Segunda División.

Pero en lugar de quedarse a jugar finalmente en Primera Víctor, como haría siempre en los años siguientes, decidió volver a ‘su’ Gimnasia, donde fue recibido como un héroe.

Más años en Gimnasia alternados con una temporada ocasional, nunca más, en otros clubes de los alrededores.

En 1968, tras un año más, esta vez jugando en la vecina provincia de San Juan, en Juventud Alianza, Víctor Antonio Legrotaglie regresó a su Mendoza natal y a Gimnasia.

Tiene 31 años y dice que es allí, en Gimnasia Y Esgrima donde quiere terminar sus días como futbolista.

Los cantos de sirena de los grandes clubes siguen halagándole, pero “El Maestro” ya ha tomado su decisión.

Está en medio de la gente que quiere y que le quiere incondicionalmente, gana lo suficiente para proporcionar un estilo de vida digno a su familia… y siempre repite que “el respeto y el cariño que siento por mí mismo aquí no lo encontraría en ningún otro lugar del mundo”.

Sin embargo, el destino, como ocurre a menudo, interviene en la vida de Víctor y lo hace de forma devastadora.

Lo peor para un padre.

El 19 de mayo de 1969, su pequeño Víctor Omar, conocido por todos como “Coco”, de tan sólo cinco años, muere a causa de una caída trivial mientras jugaba en casa de sus tías.

El mundo se derrumba sobre Víctor.

Al día siguiente coge su coche y se dirige al Cerro de la Gloria, la montaña que domina Mendoza en el Parque General San Martín.

La solución, la única posible en ese momento, es acabar con el insoportable dolor saltando desde allí con su coche.

Víctor pierde la noción del tiempo en ese lugar.

Entonces decide vivir.

Y decide que vivir significará recordar a su pequeño Cocó cada día.

Para Gimnasia y para Víctor vendrían temporadas importantes, que culminarían con la conquista del Campeonato Regional ese mismo año, ganándose así el derecho a participar en el Campeonato Nacional, la primera liga argentina, en 1970.

“Los Compadres” era el apodo de aquel gran equipo del “Lobo Mendocino” (para distinguirlo del otro “Lobo”, el de Gimnasia y Esgrima La Plata) en el que, junto al ya veterano Víctor Legrotaglie, estaban jugadores de la talla de Fornari, Aceituno, Benítez, Sosa, Pereyra, Torres…

Fue el canto del cisne para Legrotaglie, que sin embargo siguió expresándose a un nivel absoluto.

Es el director de ese equipo que practica un fútbol “bailado”… “tocando y tocando” hasta que se abre un hueco en la defensa del rival… que casi siempre se rompe con un lanzamiento luminoso del “Maestro Víctor” o con uno de sus letales tiros libres.

En 1974, Víctor Antonio Legrotaglie, con 37 años, dijo basta.

En su Mendoza natal, donde sigue siendo hasta hoy, a los 82 años, la figura de referencia para todos los chicos que suben de la cantera del club.

El club que dio su nombre a su estadio.

Mendoza fue cuna de grandes jugadores del pasado como los delanteros Alfredo Castillo o Pedro Waldemar Manfredini (que también jugó en Italia en las filas de la Roma) o el centrocampista Bruno Rodolfi, nacionalizado argentino a finales de los años 30, o Hugo Cirilo Memoli o excelentes jugadores jóvenes que han saltado a la fama recientemente como Enzo Pérez o ‘El Pity’ Martínez.

Pero no hay nadie por aquí que tenga duda alguna; el jugador “mendocino” más fuerte de todos los tiempos fue él mismo: VICTOR ANTONIO LEGROTAGLIE.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

Ya de niño, Victor tenía un talento absoluto. En todos los torneos locales había una cola en su puerta para tenerlo en sus filas. Era una pena que la mayoría de las veces que se presentaba con su equipo, los rivales protestaban invariablemente: “¡Si él juega, nosotros no jugamos!

Casi siempre el asunto se resolvía dando permiso a Víctor para jugar pero… ¡prohibiéndole cruzar la línea de medio campo!

Su primer equipo se llamaba “5 de octubre”. Permanecieron invictos durante más de 100 partidos consecutivos. El propio Víctor cuenta que ya entonces los equipos más fuertes de la zona (Godoy Cruz in primis) lo habrían querido en su sector juvenil pero, como recuerda Legrotaglie, “ya entonces lo que realmente me interesaba era jugar con mis amigos”.

Sin embargo, en otro partido, contra Gutiérrez Sport Club, que Gimnasia gana con autoridad, ocurre algo extraño.

En el “Lobo” se conceden no menos de una docena de tiros libres desde fuera del área y ninguno de ellos acaba en la portería.

Todo el mundo lo intenta un poco, no sólo Legrotaglie, pero el resultado es siempre el mismo.

El misterio se aclara al final del partido.

“Los Compadres” habían hecho una apuesta.

No sobre quién marcaría, sino sobre quién golpearía la cabeza del fotógrafo colocado cerca de la portería del adversario.

… ¿quién ganó la apuesta, no hace falta decirlo?

El aspecto estético del fútbol en Argentina ha tenido casi siempre una importancia fundamental. El “juego” creativo y espectacular es un ingrediente fundamental del juego.

Victor Legrotaglie era un símbolo absoluto de esto.

“¡Me daba más placer hacer un ‘canyo’ (un túnel al adversario) que marcar un gol!”, ha declarado siempre ‘El Maestro’.

Durante más de dos años, entre 1970 y 1972, Gimnasia, recién ascendido a la Primera, mantuvo su cancha intacta, llevándose grandes satisfacciones como vencer a River Plate en su propia cancha o ganar limpiamente en casa a Newell’s por 5-2 y con el mismo resultado derrotar a San Lorenzo de Almagro en el Viejo Gasómetro.

En este mismo partido, se cuenta que en un momento dado el árbitro del partido, el señor Goicoechea, se llevó a Víctor Legrotaglie aparte ‘Víctor, si sigues humillándolos así aquí las cosas se van a poner feas’. Si empiezan a golpear fuerte no estoy seguro de poder protegerte’.

Víctor transmite el mensaje a sus compañeros de equipo.

Gimnasia siguió manteniendo la posesión del balón pero sin más ataques ante un rival que ahora está contra las cuerdas.

Al final del partido, el árbitro se acerca a Legrotaglie, le sonríe y cita el famoso estribillo de la afición de Gimnasia: ‘Hoy Mendoza está de fiesta, vino el Victor con su orquesta’.

El momento más difícil en la vida de Victor Legrotaglie fue sin duda la desaparición de su pequeño Cocó.

El único hijo del ‘Maestro’ (también tenía dos hijas) era la mascota de Gimnasia y a menudo entraba en la ‘cancha’ junto a su padre y sus compañeros.

Para recordarlo, en el estadio de Gimnasia, como se ha dicho, que lleva el nombre de Legrotaglie, hay un tocón en memoria del pequeño Cocó, con una maravillosa frase grabada: “Por irse a jugar al cielo nos quedamos sin mascota”. Aquí un pibe menos, allá un ángel más”.

La historia de Víctor Legrotaglie, como se mencionó al principio, recuerda mucho a la de otro grande del fútbol argentino que, como “El Maestro”, optó por una carrera de bajo perfil en equipos menores.

El de ‘Trinche’, Tomás Felipe Carlovich.

Lo que no muchos saben es que no sólo existe una gran amistad entre ambos, lo que hace que aún hoy, a pesar de los 700 kilómetros que separan a Mendoza de Rosario, ‘El Víctor’ y ‘El Trinche’ sigan reuniéndose para un aniversario o un simple asado en compañía.

Pero hay más.

Los dos jugaron un partido juntos, en la misma cancha y con la misma camiseta.

Fue durante la transferencia del delantero Darío Luis Felman de Gimnasia a Boca Juniors.

Fue el 19 de abril de 1975. El Maestro, por entonces con 38 años y en el ocaso de su carrera (jugaría algunos partidos más la temporada siguiente con Américo Tesorieri) se desplegó en el centro del campo por la derecha con ‘El Trinche’ Carlovich como el clásico ‘5’, el mediocentro defensivo que protege a la defensa y es el primero en armar la maniobra.

El primer tiempo fue un verdadero “baile” para el pobre Boca de Rogelio Domínguez.

Carlovich y Legrotaglie son los auténticos maestros del sector.

Imponen su ritmo cadencioso, hacen dúo como si llevaran toda la vida tocando juntos.

Al final fue 2-1 para Gimnasia y en la memoria del maestro Víctor Legrotaglie “el partido en el que más me he divertido en mi vida”. Ahora sé por qué llaman a Tomás Felipe Carlovich ‘El Rey’: nunca había visto a alguien tan fuerte como él en nuestras tierras”.

Y en cada encuentro, la frase de ‘Trinche’ Carlovich a su amigo Víctor es siempre la misma.

“El verdadero “Rey” eres tú, amigo mío”.

NOTA: el gran “Trinche” Carlovich nos dejó en mayo de un nefasto 2020. Puede leer sobre él en otra parte del sitio.